Fue en la primaria cuando noté que no me veía igual a otras niñas que sujetaban su cabello, y no sabía porqué hasta que noté que una de mis orejas se veía muy diferente, una era pequeña "normal" y la otra era "la oreja mala" u oreja de cazuela como me decía mi mamá, jaja, de perfil y de frente era notable la gran diferencia a la otra, por lo que siempre la ocultaba con mi cabello, siempre lo traía suelto, era una tortura que me peinarse en un evento especial como clausuras porque lo clásico era hacerte un chongo lo que implica descubrir la oreja, o las típicas fotos para trámites, mi autoestima estaba por los suelos, siempre quise operarme, el tema era el dinero, sabía que era un gasto tal vez innecesario para los demás, pero para mí era algo importante.

Fue hasta después que tuve un trabajo estable y me propuse a operarme, ahorré y busqué opciones, y fue que por fin, llegó el día en que todo cambió.
De esa operación va para 3 años y no me arrepiento, hubiera querido haber tenido la posibilidad de hacerlo desde chica, cada peso que invertí en esa operación lo vale, no dolió nada y la recuperación fue rápida. Lo recomiendo totalmente.